viernes, 11 de marzo de 2011

Tsunami

Desde este blog me permito extenderle mi más sentido pesame al pueblo japonés por la tragedia ocurrida. Que las almas de los fallecidos encuentren paz.

lunes, 7 de marzo de 2011

Cuerpo de mujer

Cuento de Ryunosuke Akutagawa (芥川 龍之介)
Fotografía: "Tina Modotti". Edward Weston, 1924

Una noche de verano un chino llamado Yang despertó de pronto a causa del insoportable calor. Tumbado boca abajo, la cabeza entre las manos, se había entregado a hilvanar fogosas fantasías cuando se percató de que había un pulga avanzando por el borde de la cama. En la penumbra de la habitación la vio arrastrar su diminuto lomo fulgurando como polvo de plata rumbo al hombro de su mujer que dormía a su lado. Desnuda, yacía profundamente dormida, y oyó que respiraba dulcemente, la cabeza y el cuerpo volteados hacia su lado.

Observando el avance indolente de la pulga, Yang reflexionó sobre la realidad de aquellas criaturas. "Una pulga necesita una hora para llegar a un sitio que está a dos o tres pasos nuestros, aparte de que todo su espacio se reduce a una cama. Muy tediosa sería mi vida de haber nacido pulga..."

Dominado por estos pensamientos, su conciencia se empezó a oscurecer lentamente y, sin darse cuenta, acabó hundiéndose en el profundo abismo de un extraño trance que no era ni sueño ni realidad. Imperceptiblemente, justo cuando se sintió despierto, vio, asombrado, que su alma había penetrado el cuerpo de la pulga que durante todo aquel tiempo avanzaba sin prisa por la cama, guiada por un acre olor a sudor. Aquello, en cambio, no era lo único que lo confundía, pese a ser una situación tan misteriosa que no conseguía salir de su asombro.

En el camino se alzaba una encumbrada montaña cuya forma más o menos redondeada aparecía suspendida de su cima como una estalactita, alzándose más allá de la vista y descendiendo hacia la cama donde se encontraba. La base medio redonda de la montaña, contigua a la cama, tenía el aspecto de una granada tan encendida que daba la impresión de contener fuego almacenado en su seno. Salvo esta base, el resto de la armoniosa montaña era blancuzco, compuesto de la masa nívea de una sustancia grasa, tierna y pulida. La vasta superficie de la montaña bañada en luz despedía un lustre ligeramente ambarino que se curvaba hacia el cielo como un arco de belleza exquisita, a la par que su ladera oscura refulgía como una nieve azulada bajo la luz de la luna.

Los ojos abiertos de par en par, Yang fijó la mirada atónita en aquella montaña de inusitada belleza. Pero cuál no sería su asombro al comprobar que la montaña era uno de los pechos de su mujer. Poniendo a un lado el amor, el odio y el deseo carnal, Yang contempló aquel pecho enorme que parecía una montaña de marfil. En el colmo de la admiración permaneció un largo rato petrificado y como aturdido ante aquella imagen irresistible, ajeno por completo al acre olor a sudor. No se había dado cuenta, hasta volverse una pulga, de la belleza aparente de su mujer. Tampoco se puede limitar un hombre de temperamento artístico a la belleza aparente de una mujer y contemplarla azorado como hizo la pulga.

Hanami (花見)

La primavera está cada vez más cerca, las primeras lluvias del año han hecho su aparición y el Sol es más intenso. Falta poco para que los campos se tiñan nuevamente de colores vivos y el frio desaparezca por completo.

Para los japoneses, la llegada de la estación tiene un significado especial, ya que los árboles desnudos por el invierno comienzan a florecer, dando paso al resurgimiento de la sakura (さくら) colmando a los enormes jardines de nubes rosas.

En dicho acontecimiento los nipones realizan una celebración llamada Hanami (花見) que significa literalmente "observar flores". Dentro del festejo es común entre los habitantes de Japón organizar días de campo con la familia, los amigos e incluso con los compañeros de trabajo.

Desde muy temprano, grandes grupos de personas llegan a los jardines para apartar un buen lugar y esperar a más invitados. Como todo buen día de campo, la comida no puede faltar, por lo que se prepara gran cantidad de bocadillos acompañados de una buena botella de sake (酒).

Entre las actividades de la celebración se encuentra el popular karaoke y el baile, mientras se espera el atardecer para contemplar la mezcla de colores observando a los cerezos.

Durante el periodo Heain (794-1185) el Hanami era una tradición reservada exclusivamente para la aristocracia, y no fue sino hasta el periodo Azuchi Momoyama (1568-1600) que se expandió al resto de la población.

じゃまたね

jueves, 2 de septiembre de 2010

La tumba de las luciérnagas (火垂るの墓, Hotaru no Haka)


"El día 21 de septiembre de 1945... yo morí".

Tras un bombardeo de la fuerza aérea de los Estados Unidos a la ciudad de Kōbe, Seita, de 14 años, y su hermanita Setsuko, de 5, quedan huérfanos y desamparados frente a los estragos de un país desolado por la Segunda Guerra Mundial.

Luego de ser rechazados por sus familiares y no tener a donde ir, muy pronto comprenden que sólo se tienen el uno al otro, por lo que deciden vivir por su cuenta en un refugio antiaéreo abandonado. Sin embargo, la escasez de comida y la precaria situación en la que viven, les trae problemas de forma inmediata.

Un día Setsuko cae enferma, por lo que Seita hace todo lo posible para conseguir alimento y proteger a lo único que tiene en el mundo, una luz que puede desvanecerse tan rápido como la de una luciérnaga.

Una conmovedora historia situada en un Japón inmerso en una guerra sangrienta y despiadada, que cobró millones de vidas y que permanece en nuestros recuerdos.

"Una película obligatoria para todo aquel que duda de que el cine de animación pueda contar historias serias y profundas. Una maravillosa historia que te romperá el corazón".

"Por qué las luciernagas mueren tan pronto?"- Setsuko

miércoles, 7 de abril de 2010

Yamato, los tambores del Japón


Las luces al interior del Teatro Metropólitan se esfuman poco a poco, la oscuridad invade todo a su alrededor. Los espectadores centran su mirada en el escenario, donde posa un gran Odaiko (gran tambor) esperando a ser detonado. De pronto, sin previo aviso, un cántico agradeciendo a los dioses (Kami-sama, arigatou) se propaga hasta los más íntimos rincones del lugar, lo que significa que el Matsuri (祭、fiesta, celebración) ha comenzado.


Desfilando uno detrás de otro, los 13 integrantes del grupo Yamato aparecen finalmente en escena, cada uno tocando un Hirado-daiko (tambor plano, parecido al pandero) y cantando Kami-Sama arigatou. Es difícil calcular la edad de cada uno, pero teniendo en cuenta el año de la formación del grupo (1993), puede pensarse que tal vez tengan entre 30 y 40 años.


Una vez tomadas sus posiciones, cada integrante recoge del suelo su bachi (palos de madera) y tras una breve pausa de silencio, comienzan las percusiones a hacer eco por todos lados. El sonido, la sincronía de movimientos, los hermosos vestuarios y los gritos para marcar el ritmo de cada pieza, hipnotizan inmediatamente a los espectadores. No hay tiempo ni forma de pensar, todos han caído en un hechizo propagado hacia los oídos, pero que termina por cautivar todos los sentidos.


Al término de cada interpretación no hay silencio alguno, las pausas han quedado reservadas para el intermedio. En lugar de eso, un aplauso atronador toma el lugar de los imponentes taikos, los cuales pueden ser de dimensiones superiores a las de una persona.


No obstante de ser llamados “Los tambores del Japón”, otros instrumentos igual de tradicionales para los nipones son utilizados en esta celebración. Es turno del Shamisen (banjo japonés de tres cuerdas), ese instrumento cuyo aprendizaje es esencial en la formación de las Geishas. Las interpretaciones corresponden a las féminas de la agrupación, las cuales permanecen en cuclillas durante todo su recital.


Pasando un intermedio de 15 minutos, todos los elementos vuelven a mezclarse, pero esta vez uno de los integrantes voltea a ver al público y pide su ayuda para marcar el ritmo con aplausos y gritos. Entre jugarretas y charadas todos ríen, ahora si es una verdadera fiesta, un verdadero Matsuri.


Tras dos horas de espectáculo, risas, sonidos cautivadores y deleites auditivos, el Matsuri concluye, la despedida es inevitable. La misión de llevar el festival a otros lados de la República impide a los capitalinos seguir disfrutando este bello concierto.


Aplausos ensordecedores retumban por todo el Metropólitan, el público se ha puesto de pie, el constante golpeteo de las palmas parece no cesará nunca. Dos de los integrantes piden silencio y haciendo una reverencia pronunciada gritan: “Viva México”, lo que desata una vez más la celebración, un festival dedicado a la vida y a los dioses que la resguardan.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Kabuki, un teatro de escapismo


Durante el aislamiento de Japón a principios del siglo XVII, nació una de las corrientes artísticas más representativas del país: el teatro Kabuki. Los movimientos, los colores y el sonido se acoplan en esta manifestación de cultura teatral melodramática, brillante y grotesca, que ha fascinado los sentidos por más de 200 años.


Esta representación que integra la música, la danza y la acutación, fue en un principio apreciada principalmente por comerciantes, espectadores hambrientos de emociones y lujosas exhibiciones. Los vestuarios, las ornamentas, el elaborado maquillaje y los complicados movimientos son hasta nuestros días sellos característicos de esta forma teatral.
Entre dramas y comedias, se contaban relatos y mitos del país, en donde el tema favorito era la superación del plebeyo sobre sus superiores con su ingenio en el amor o en el combate físico. Aunque algunas obras Kabuki trataban problemas propios de la época, las producciones eran estilizadas en extremo y vinculadas a la tradición.


Un elemento representativo de este teatro japonés, y que persiste actualmente, es el hecho de que las mujeres tengan prohibido participar en él. En 1629 se prohibió a las actrices aparecer en el teatro Kabuki al descubrir el gobierno que muchas estaban ejerciendo la prostitución fuera del escenario; el gobierno temió que las actrices provocaran una decadencia en la moral pública, por lo que decretó dicha prohibición.
Mezcla de diferentes artes, unificación indisosiable de la expresión humana llevada al escenario, eso es el Kabuki, una tradición que continúa apelando a los organos sensorios de quien tiene la fortuna de presenciarlo.
じゃまたね

domingo, 15 de noviembre de 2009

El primer Kamikaze


Uno de los pensamientos más desconcertantes para el ser humano siempre ha sido la idea de su muerte. Indescifrable e impredecible, nadie sabe cuándo le llegará y cómo será; bueno, al menos casi nadie.

Uno de los que sabían el cuándo y el cómo se extinguiría su llama de este mundo era Yukio Seki, piloto japonés que dirigió el primer ataque Kamikaze contra la flota estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial.

Con apenas 23 años de edad, Seki fue elegido por su destreza y habilidad dentro de las batallas aéreas que libró. Sin embargo, resulta irónico que él mismo haya mencionado en una carta que tenía miles de razones para creer que era mucho más útil para su país vivo que muerto.

La primera bomba humana oficial no tenía ninguna intención de suicidarse, pero su vida terminó de una forma fugaz y violenta, dejando a su reciente esposa esperándolo.

Este es un fragmento de la carta que escribió el piloto a su esposa:

Mi querida Mariko:

Siento mucho tener que «esparcirme» [eufemismo que utiliza en lugar de «morir en la batalla»; se refiere a la dispersión en el aire de las flores del cerezo] antes de que pueda hacer más por ti. Sé que, como esposa de un militar, estás preparada para afrontar semejante situación. Cuida de tus padres.

Ahora que llega la hora de partir vienen a mi mente innumerables recuerdos de tantas cosas que hemos compartido. Buena suerte para la traviesa Emi-chan [la pequeña Emi, hermana menor de Mariko].

En Mabalacat, antigua base kamikaze de Filipinas, hay una placa en la que se lee que el teniente Yukio Seki fue la primera bomba humana oficial del mundo. También consta la fecha de la primera misión suicida de la guerra aprobada oficialmente —25 de octubre de 1944— y la lista de los daños causados ese día a la flota norteamericana en aguas filipinas.

Tal vez la idea de suicidarse por la patria sea muy extraña para nosotros. No le vemos fin ni razón que justifique nuestra muerte; pero en un país como Japón, donde la cuestión del honor es fundamental para vivir con dicha, esta práctica era una de las formas más comunes para ganárselo.

Desciendan mis pupilos, mis pétalos de flor de cerezo, como yo descenderé, sirviendo a nuestro país